Hay un viejo refrán que nos dice: “ EL QUE SE ENOJA PIERDE”.
Por definición, estar enojado es una emoción fuerte que puede provocar reacciones agresivas. Pueden darse reacciones fisiológicas o psicológicas al dolor, el sufrimiento, la amenaza o el peligro. Algo que ocurre a nuestro alrededor nos pone en situación de alerta y el cuerpo se prepara para el ataque o0 la huída.
Aquí aparecen dos posiciones diferentes: están los que harán frente al vendaval o lo que se retiran enojados sin resolver nada.
Y es en este caso donde se funda la violencia, el peligro es cuando mueren las palabras porque el enojo se convierte en costumbre.
Para salir de ese estado, lo mejor será detenerse a pensar qué nos lleva a ese malestar, siempre resulta saludable analizar los por qué del estado de enojo. También puede ayudarnos a revertir todo aquello que nos llevó a situaciones extremas.
Es fundamental el replanteo, qué nos hizo llegar hasta el límite, ser concretos y autocríticos sin más juicios que el darnos cuenta y el hacernos cargo de la situación.
Resulta necesario con los enojos como con los miedos analizar cuáles son los niveles de tolerancia a la frustración , qué mecanismos empleamos para pilotear la tormenta y por qué utilizamos formas destructivas y a veces, autodestructivas de comportamiento y comunicación.
Ayuda tomar lápiz y papel y registrar qué nos enoja ¿Cuánto? Y si este método no da resultado es aconsejable la pausa, la distancia momentánea para suavizar los vientos interiores y hacer el espacio apropiado para la calma y el diálogo necesario tanto interior como exterior. ( ARRULLAR LOS ENOJOS).
BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA: PERSONAL TRAINER- EDUARDO CHAKTOURA